2012/10/14

La llamada que cambió su vida


Érase una vez una familia de cuatro personas, bueno el hermano no cuenta porque estaba en Londres. La niña se llamaba Paula, era alta, de ojos verdes y muy buena, aunque un poco pesada. El padre se llamaba José aunque lo llamaban Pepe; en realidad no era su padre, era la pareja de su madre, pero ella lo quería igual porque el la había criado; era alto, de pelo gris, ojos verdes y muy bueno aunque muy desordenado. La madre se llamaba Paula como la niña, era alta, rubia y de ojos marrones. Paula vivía en Sada con su madre. Un día  se quedó a dormir en casa de su “tía”(lo pongo entre comillas porque en realidad no era su tía era una muy buena amiga de su madre) y al día siguiente sus padres irían a recogerla y se quedarían a comer. Habían quedado para comer a las dos de la tarde y ya eran y cuarto. Como no eran muy puntuales, no se preocuparon.
A las tres tuvieron una llamada, la llamada que cambiaría su vida: la llamaban del hospital, sus padres habían muerto en un accidente de coche. Paula lloró y lloró todo lo que pudo. Se quedó a vivir en casa de su tía.
 Pasados unos meses  empezó a decir que veía a su padre en alucinaciones; por ejemplo, ella estaba sentada en el sillón y decía que hablaba con él, aunque sólo se oía su voz. La llevaron a todos los médicos, y ella seguía igual.  Al final, como su tía había muerto, la metieron en un internado de monjas y pasados diez años, el día que la niña salía al fin del internado encontró una foto en la que estaban su tía y sus padres, muchos años después que hubiesen muerto, y en la parte de atrás ponía:”Tranquila, Paula, somos felices”.
Lula, 2ª de ESO.





2012/10/07

Corazón de arena

Hace tiempo, mucho tiempo en donde la arena es blanca, el mar azul y el viento sopla con fuerza  dos enamorados dibujaron un corazón. Ese corazón, representaba el amor mutuo que se tenían y, aunque sabían que las olas se llevarían su dibujo, se contentaban con saber que esa arena  llegaría a lugares lejanos que algún día ellos visitarían. Sin pensarlo dos veces se sentaron bajo la sombra de una palmera para contemplar como aquella pequeña muestra de cariño se  difuminaba con el roce del agua.
Vieron pasar las horas mientras el sol se ocultaba bajo la línea del horizonte e imaginaban a qué recónditos lugares iría su corazón de arena, quizás a una playa desierta de Indonesia o a una bahía del sur de Malta ... No lo sabían, pero no le daban importancia puesto que fuese a donde fuese tarde o temprano llegaría a su destino . Tras la puesta de sol, el cielo se llenó de innumerables estrellas y una enorme luna llena.  Sin duda, una noche preciosa. Acurrucados bajo aquella hermosa palmera se quedaron adormecidos, jurando que algún día buscarían su corazón perdido.
Pasado el tiempo, divisaron el astro sol que se bañaba en el océano y su rostro dibujaba un enorme corazón. Tres hermosas caracolas les anunciaron el prodigio.
Eva. (2º de ESO)